Esta exposición está compuesta por 32 imágenes de Ruth Matilda Anderson, realizadas durante su viaje a la región, entre enero y abril de 1928, contratada por la Hispanic Society of America.
La muestra incluye fotografías de Plasencia, Jerez de los Caballeros, Guadalupe, la comarca de Las Hurdes o La Serena, entre otros lugares, y ofrece escenas de la Semana Santa, las fiestas de las Candelas o actividades del mundo agro ganadero, vinculadas a molinos, al pastoreo o a acciones artesanas.
Las fotografías corresponden a los fondos del Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, MEIAC (Consejería de Educación y Cultura del Gobierno de Extremadura)
RUTH MATILDA ANDERSON
En los años veinte, la Hispanic Society de América, organizó varias expediciones a España con el fin de crear un archivo fotográfico que registrara las costumbres españolas. Entre las imágenes que llegaron a la colección en ese tiempo están las realizadas por Ruth M. Anderson, fotógrafa y conservadora de la Hispanic Society, que pasó toda su carrera trabajando para esta institución.
Nacida en Nebraska, se inició en la fotografía gracias a su padre, Alfred Theodore Anderson, quien dirigía un estudio fotográfico. Más tarde, en Nueva York, se formó en la Clarence H. White School for Photography, donde se graduó en 1919. Dos años más tarde comenzará a trabajar en la Hispanic Society de América.
A pesar de que Anderson había aprendido a enfatizar los aspectos artísticos de la fotografía, se unió con entusiasmo al programa de fotografía documental de la Hispanic Society. Con este motivo, realizó numerosos viajes a España en los años veinte, en el curso de los cuales sacó más de catorce mil fotografías de los diferentes aspectos de la vida cotidiana española. Estas imágenes no sólo le proporcionaron material para varios libros sino que, en la actualidad, constituyen una de las secciones más importantes de la colección de fotografía de la Hispanic Society.
Aunque Ruth M. Anderson fotografió muchas regiones de España, su trabajo en Extremadura sobresale por su interés y calidad. Esas fotografías, realizadas entre enero y abril de 1928, ofrecen una crónica visual de la región muy completa y, al documentar esa visión de los pueblos y paisajes, que tanto admiró, registró un mundo que de otra manera se hubiera perdido para siempre.